No se trata de velas comunes, sino de una fruta única originaria de Panamá. Conocido como Parmentiera cereifera, este pequeño árbol de corteza rugosa pertenece a la familia Bignoniaceae y suele medir unos 10 metros de altura. Con flores blancas, sus frutos comúnmente se forman en largos racimos amarillos, y el fruto más largo alcanza hasta unos impresionantes 1,5 metros.
Cuando está verde, el fruto de la vela muestra un tono verde que se transforma en un amarillo vibrante cuando está maduro, adornado con numerosas venas en la superficie del fruto. Desde lejos, parecen grupos de velas que cuelgan de los árboles.
Tanto la pulpa como las semillas de esta planta son comestibles, contienen una cantidad sustancial de agua y emiten un aroma dulce. Muchos describen el sabor de la fruta de la vela como una deliciosa mezcla de pimiento morrón y caña de azúcar, y algunos afirman que es incluso más dulce que una manzana. Por lo general, se consume cruda o cocida, aunque ocasionalmente se procesa en encurtidos, lo que proporciona una fuente de alimento rica en vitamina A que es beneficiosa para el cuerpo.
Más allá de sus usos culinarios, el fruto de la vela es aclamado como un remedio natural para los resfriados, y sus raíces se emplean como diurético. Si bien esta planta se puede cultivar en diversas condiciones, prospera en ambientes forestales con altas precipitaciones, donde la planta de vela crece espontáneamente.